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Háganse las palabras

Juan García Ruiz
July 4th, 2021 · 13 min read ·
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Cuando arrojamos una luz sobre una parte del mundo, apagamos todo aquello sobre lo que no hemos arrojado esa luz. Así es como creamos las cosas que decimos: hablar es crear un trozo de mundo; es moldearlo, hacerlo y hacerlo vivir.

Boris Cyrulnik

El lenguaje es lo que nos aleja del resto de animales y nos acerca a otros individuos de nuestra especie. Practicamos el lenguaje desde antes de haber nacido y lo perfeccionamos a lo largo de toda nuestra vida. El poder del lenguaje es tal que a partir de un número finito de elementos podemos alcanzar una infinitud de significados. El lenguaje nos hace eternos, permitiendo que nos comuniquemos con nuestros contemporáneos, con personas que ya no existen y con personas que aún no han llegado. El lenguaje es fascinante, y por eso es importante entender cómo lo adquirimos.

Para entender mejor la adquisición del lenguaje hemos charlado con Caroline Rowland, directora del departamento de Desarrollo del lenguaje en el instituto Max Planck de Psicolingüística de Nijmegen, en Holanda. Paralelamente a sus investigaciones sobre adquisición del lenguaje en niños, Caroline ocupa un puesto en la Universidad de Radboud.

Juan García Ruiz: ¿Qué tiene de especial el lenguaje del ser humano?

Caroline Rowland: Hay montones de teorías sobre la característica definitiva que distingue la comunicación humana de la del resto de animales. Algunas teorías sugieren que es nuestra habilidad para entender las intenciones de los demás. Otras proponen que nuestro lenguaje es algo que emerge, evoluciona y nos permite hacer relaciones gramaticales complejas. Probablemente una serie de diferencias entre el cerebro humano y el del resto animales sea lo que nos permite tener lenguaje. Lo que tiene de especial el lenguaje humano es su poder. El lenguaje humano es mucho más potente y flexible que cualquier otro sistema de comunicación animal, y la diferencia más evidente es la gramática. Tenemos la capacidad de crear un número infinito de significados y frases a partir de un número finito de palabras gracias a nuestro sistema gramatical. Por ejemplo, puedo decir el perro es rojo, o el perro grande es rojo, o el perro grande que vi en el parque es rojo, o incluso el perro grande que tiene mi vecino y que vi en el parque es rojo. Podría seguir eternamente, y no hay ningún otro sistema de comunicación animal que tenga este poder. Pero creo que hay algo más. Por alguna razón podemos hablar de conceptos abstractos. Que yo sepa, no hay sistemas de comunicación animal que tengan la capacidad de hablar de la verdad, la justicia, el amor, el deseo o incluso el pensamiento. La gramática y los conceptos abstractos son sólo dos formas en las que el lenguaje humano es mucho más poderoso que la comunicación de otros animales.

JGR: Hablemos del famoso debate. ¿Qué hay de innato y adquirido en el lenguaje?

CR: No hay ningún gen para el lenguaje. Pero si hay muchos sistemas programados genéticamente que nos permiten aprender el lenguaje. Muchas pequeñas adaptaciones de nuestro código genético nos han permitido aprender el lenguaje. Muchas mutaciones genéticas han marcado la diferencia entre los animales y nosotros. Por lo tanto, por supuesto, hay algo innato en el lenguaje humano, pero aún no sabemos qué es.

JGR: En repetidas ocasiones, científicos han intentado enseñar a otros animales a comunicarse tal y como nosotros lo hacemos. ¿Han tenido éxito?

CR: Ha habido muchos intentos de enseñar a los animales a comunicarse como nosotros lo hacemos. Muy pocos animales poseen un tracto vocal como el nuestro, por lo que la mayoría de los experimentos con primates se han basado en el lenguaje de signos y los gestos. El éxito que han tenido estas experiencias depende de cómo se defina el éxito. Algunos simios pueden aprender una gran cantidad de gestos y cómo combinarlos. Pero nunca alcanzan más que la capacidad de un niño de dos años. Además, necesitan una gran cantidad de entrenamiento explícito para hacerlo, mientras que un niño de 2 años superaría todas las habilidades de un simio con muy poco esfuerzo.

JGR: ¿En qué consisten sus investigaciones exactamente?

CR: Hacemos cosas muy diversas en el departamento. Algunos investigadores se interesan por el papel de la mirada en el aprendizaje de idiomas. Otros trabajan estudian cómo los niños aprenden una serie de lenguas diferentes y cómo se adaptan a los diferentes sistemas que existen en todo el mundo. Actualmente lo que me fascina es la cuestión de las diferencias individuales. ¿Por qué algunos niños aprenden muy bien y rápidamente y otros tardan más? La respuesta no es sencilla, no es que algunos niños simplemente escuchen más el habla que otros. Tampoco es que algunos niños simplemente estén predispuestos a aprender más rápido. Hay estudios muy interesantes al respecto, que consisten en hacer un recuento del número de palabras que los niños conocen en su propio idioma entre los 8 y los 18 meses. Estos estudios muestran, por ejemplo, que a los 18 meses algunos niños parecen conocer cientos de palabras mientras que otros niños de la misma edad han adquirido 5, 10 o 15 palabras. En los primeros años existen diferencias enormes en la rapidez con la que los niños aprenden el lenguaje, y no sabemos a qué se debe. La mayoría de estos niños se desarrolla sin ningún problema, incluso los que saben muy pocas palabras. Pero, de nuevo, no sabemos por qué difieren en la rapidez con la que aprenden el lenguaje, y tampoco sabemos por qué algunos de estos niños que son muy lentos acaban poniéndose al día y otros no.

JGR: ¿Alguna idea de lo que puede explicar estas diferencias?

CR: Pudimos averiguar algunos puntos clave con nuestro proyecto The Language 0-5, en el que seguimos de cerca a unos 90 niños durante los primeros cinco años de su vida para intentar averiguar lo que producía las diferencias en sus trayectorias. Algo que puede contribuir es, por ejemplo, la rapidez con la que utilizan la estadística del lenguaje, la rapidez con la que aprenden a predecir el lenguaje. El lenguaje tiene un patrón, una especie de distribución predecible de sonidos. Algunos sonidos siguen a otros con mucha frecuencia. Por ejemplo, en la palabra baby, el sonido ba (/beɪ/) va seguido del sonido by (/bi/), y si oyes muchas veces baby te das cuenta de que este segmento es en realidad una palabra distinta. Lo que descubrimos fue que los niños que son muy buenos en esta segmentación o aprendizaje distributivo parecen desarrollar el lenguaje un poco más rápido que los demás. Pero este efecto no era muy fuerte, así que, de nuevo, no hay una sola cosa que prediga el lenguaje.

JGR: Codirige el Centro Internacional de Desarrollo Lingüístico y Comunicativo. ¿Cómo estudia el lenguaje en el laboratorio?

CR: Cuando se estudia el lenguaje con adultos se les puede decir lo que tienen que hacer y cuál es el objetivo del experimento. Sin embargo, estudiar la adquisición del lenguaje es un gran reto porque no se le puede pedir a un niño de dos años que produzca frases complejas o que describa imágenes. Hemos tenido que tirar de imaginación para estudiar el lenguaje infantil, tratando siempre de que fuera divertido para ellos. Podemos decir que somos expertos creadores de juegos infantiles. Si nos interesamos por la producción del lenguaje, podemos intentar que los niños repitan frases para ver si son capaces de producirlas. Si lo que nos interesa es la comprensión, una forma sencilla de estudiarlo es utilizar un rastreador ocular. ¿Cómo funciona esto? Cuando oyes una frase tiendes a mirar automáticamente lo que esa frase describe. Si te digo mira al perro, automáticamente mirarás al perro. Lo que hacemos es sentar a los niños frente a un rastreador de ojos que utiliza un rayo infrarrojo para determinar dónde están mirando con mucha precisión. Y se puede presentar a los niños frases como ¡oh, mira al perro! y luego sólo hay que seguir sus ojos. Eso te dice si han entendido la frase. Otra forma de interesarnos por la comprensión es mediante electroencefalogramas del cerebro a diferentes edades, que nos informan de cómo reacciona el cerebro ante diferentes estímulos lingüísticos. Podemos ver si muestran el efecto sorpresa cuando una frase concluye de forma inesperada. Por ejemplo, si decimos el pirata escondió al perro en lugar de el pirata escondió el tesoro y lo entienden, deberían sorprenderse. Lo que está claro es que siempre tiene que ser divertido. No puedes hacer un experimento aburrido y pedírselo a un niño, no funcionará.

JGR: ¿Utiliza además enfoques más moleculares para entender el lenguaje?

CR: No en mi departamento. Mis compañeros del departamento de lenguaje y genética del Instituto Max Planck están muy interesados en el estudio de algunos de los genes que subyacen al lenguaje, por ejemplo, el gen FoxP2 y su efecto en el desarrollo del cerebro. No necesariamente en los seres humanos, sino en una serie de modelos animales diferentes. Así que esos enfoques se utilizan aquí en el Instituto Max Planck, pero no en mi departamento.

JGR: Estudia la adquisición del lenguaje en niños. ¿En qué medida la forma en que los niños adquieren su lengua materna es diferente a la manera en la que los adultos aprenden una segunda lengua?

CR: Los niños son más eficaces que los adultos aprendiendo idiomas. ¿Por qué? No lo sabemos. Probablemente sea una combinación de la plasticidad de sus cerebros y el hecho de que no han adquirido una primera lengua que le hace competencia a la nueva. Los niños pueden aprender más de un idioma a la vez, pueden ser bilingües o trilingües sin mucho esfuerzo. Aprender muchos idiomas al mismo tiempo de niño no es difícil, pero aprender un segundo idioma en la edad adulta cuando ya tenemos años y años de experiencia en el aprendizaje de un idioma es complicado. Además, algo casi imposible de conseguir para un adulto es la producción de algunos sonidos. Por ejemplo, en mi caso he conseguido aprender miles de palabras en holandés, pero hay muchos sonidos vocálicos que nunca seré capaz de pronunciar.

JGR: ¿Siguen todos los niños los mismos caminos cuando adquieren la lengua?

CR: No, no lo hacen. Es realmente interesante cómo niños de diferentes culturas y lenguas se adaptan de forma diferente. Por ejemplo, el cantonés es una lengua tonal y es muy diferente del inglés, o algunas de las lenguas nativas de Australia tienen palabras que en realidad son frases enteras con muchos comienzos y finales diferentes. A pesar de estas diferencias, los niños consiguen aprender con la misma facilidad y la mayoría de ellos acaban adquiriendo competencias lingüísticas funcionales. En algunas culturas los adultos no interactúan con los niños de la misma manera que lo hacemos en Occidente. Por ejemplo, los adultos se sientan menos en el suelo, juegan y hablan menos con los niños, y sin embargo estos aprenden perfectamente la lengua igualmente. Los niños siguen trayectorias muy diferentes y se adaptan a todos los entornos. El poder de los niños para aprender sea cual sea el entorno en el que se encuentren, esa es la cuestión más interesante.

JGR: ¿Cómo ha impactado la pandemia de COVID-19 a la adquisición del lenguaje en niños?

CR: Hay un estudio estupendo que esperamos que se publique pronto que analiza el impacto del virus y la pandemia en el lenguaje de los niños en once o doce países diferentes del mundo. Los resultados no son simples. En algunos países el desarrollo del lenguaje de los niños parece haberse ralentizado, en otros se ha acelerado y en otros no ha cambiado. Creo que la única gran preocupación y lo que todos los gobiernos deberían tener en cuenta es que la pandemia puede aumentar las diferencias socioeconómicas que vemos en el desarrollo de los niños. Los colegios y las guarderías son grandes niveladores que dan a todos los niños una educación preescolar de calidad. Con la pandemia los niños se alejan de estos centros niveladores y pasan tiempo en casa, a veces con una madre y un padre que pueden ausentarse del trabajo o que pueden pasar mucho tiempo con los niños porque tienen trabajos agradables y flexibles. Estos niños que tienen un lugar adaptado para trabajar y seguir las clases en línea no se verán afectados masivamente por la pandemia. Pero si pensamos en los niños cuyos padres trabajan entre 12 y 15 horas al día, por ejemplo los enfermeros o los trabajadores en la unidad de cuidados intensivos, o si pensamos en aquellos niños que no tienen espacio suficiente para trabajar en casa, estos sí que van a sufrir las consecuencias de la pandemia. Es posible que el impacto sea una acentuación de las diferencias entre niños ricos y pobres en todo el mundo. Hay que abordar esta cuestión. Y hay algo más. Lo que importa para el desarrollo del lenguaje es la interacción con otra persona, no necesariamente con otros niños. Pero la falta de contacto con otros compañeros puede perjudicar la adquisición de habilidades que tus padres no te enseñan y que sólo aprendes con este tipo de interacción. Por ejemplo, aprender a dar o a negociar. Tus padres no van a negociar contigo, te van a dar la chocolatina o no. Definitivamente hay habilidades sociales que pueden verse comprometidas con el confinamiento.

JGR: ¿Qué sabemos sobre la adquisición del lenguaje a día de hoy?

CR: Hay cinco cosas que sabemos. Primera: la genética importa. Una compleja interacción entre genes nos permite construir un cerebro preparado para aprender un idioma. Segunda: la familia importa. La vida en el hogar y las interacciones con la familia son muy importantes para tener un entorno lingüístico rico. Tercera: el entorno sociocultural más amplio es importante. La sociedad y la cultura en la que vives pueden marcar la diferencia. Cuarta: el lenguaje empieza mucho antes de lo que la gente cree. Los niños empiezan a reconocer voces en el vientre materno antes de nacer, y aprenden la mayoría de los sonidos de su lengua mucho antes de aprender a hablar. Por tanto, aunque un niño no hable, en realidad está aprendiendo muchísimo. En quinto lugar, el lenguaje es muy complicado, pero eso no significa que los mecanismos cerebrales subyacentes sean así de complicados. Por ejemplo, el aprendizaje estadístico que he mencionado antes es en realidad un tipo de aprendizaje muy sencillo y está presente en todos los mamíferos. Así que el cerebro no necesita tener sistemas complejos, sino simplemente muchos sistemas simples que interactúan de forma complicada.

JGR: ¿Cuál es la relevancia de la mirada para la adquisición del lenguaje en niños?

CR: La mirada parece ser crucial. Cuando además de hablar con un niño lo miras y captas su atención con la mirada, de alguna forma esto incrementa su aprendizaje. Parece ser que no aprenden tan bien con las pantallas, por ejemplo viendo la televisión pasivamente, hay algo importante en la interacción que se pierde en este caso. Tampoco sabemos si se puede aprender igual a través de una interacción como la que estamos teniendo ahora a través de un ordenador. Los bebés a veces interactúan con personas a través de Zoom o Skype, lo sabemos por la pandemia. Pero lo que aprenden de estas interacciones todavía no lo sabemos.

JGR: Actualmente vivo en Francia, y desde hace un tiempo llevo conmigo un cuaderno en el que apunto el vocabulario que voy aprendiendo. ¿Qué se sabe sobre la adquisición del vocabulario?

CR: La adquisición de vocabulario de los niños cambia a medida que crecen. Al principio, los niños necesitan muchas repeticiones para aprender una palabra. El aprendizaje de cada palabra es lento. Por ejemplo, tienen que oír mamá muchas, muchas veces antes de aprender la palabra mamá y antes de aprender lo que es mamá. Pero a medida que van acumulando palabras en su cabeza, las cosas se aceleran y necesitan menos repeticiones para aprender las nuevas. Esto es así por muchas razones. El hecho de tener conocimientos previos te permite establecer puentes con los nuevos conocimientos. Cuantas más palabras conozcas en general, más palabras conocerás en una frase determinada. Digamos que escuchas la frase el perro persigue al gato. Si conoces la palabra perro y la palabra gato, es mucho más probable que identifiques el significado del verbo perseguir, mientras que si no conoces ni perro ni gato, puede que tengas que oír mucho perseguir para entender lo que significa. Creo que eso también funciona en el aprendizaje de una segunda lengua. Así que tu adquisición de vocabulario debería ser más eficiente a medida que aprendes más y más palabras. Lo que ocurre es que no se aprende una palabra oyéndola una vez, sino que hay que mantenerla en la cabeza para aprenderla. Tienes que sumergirte en el idioma y oírla muchas veces para que se afiance y no desaparecerá. 

JGR: ¿Qué aconsejaría a los jóvenes investigadores que quieren empezar a publicar en revistas científicas?

CR: Depende de la etapa en la que te encuentres. A un estudiante de doctorado que publica su primer artículo le diría que escuchara a su supervisor, que es quien sabe cómo publicar un artículo. A alguien que está al final del doctorado, es posible que sepa más del tema que su supervisor, así que puede ser el momento para defender sus propias ideas. Pero creo que mi consejo definitivo es: elige con cuidado a tus amigos, supervisores, colegas y colaboradores y, eventualmente, a tu equipo si hay gente que trabaja para ti. Elígelos a todos minuciosamente, porque son las personas que te rodean las que pueden marcar la diferencia.

JGR: ¿Cuál es el mejor consejo que ha recibido?

CR: Tuve un supervisor del doctorado excelente, era un verdadero mentor. Me dejó hacer la investigación como yo quería pero siempre orientándome. No le interesaba que publicáramos miles de artículos, sino que estaba genuinamente interesado en responder a las preguntas que nos hacíamos. Esto es lo que me llevé de él. Todo lo que hago es intentar comprender cómo los niños adquieren el lenguaje. Por eso sigo fascinada con mi trabajo 20 años más tarde, porque aún hoy sigo queriendo comprender.

JGR: Escribió el libro Understanding Child Language Acquisition (Comprender la adquisición del lenguaje de los niños) en 2013. ¿Puede darnos un pequeño adelanto?

CR: Por entonces estaba trabajando en la adquisición de la gramática, pero quería conocerlo todo sobre el lenguaje así que cuando la editorial me contactó para escribir este libro acepté sin pensar. Era la excusa perfecta para leer mucho más sobre investigación en el campo de la adquisición del lenguaje. Desgraciadamente, entendí que hay demasiado por saber y que era imposible que una sola persona lo abarcara todo. Entonces lo que decidí hacer con el libro era dar una visión general de los grandes interrogantes en el campo del lenguaje, los mayores descubrimientos y lo que todavía está por descubrir sobre cómo los niños aprenden el sistema de comunicación más complejo del universo conocido.

JGR: ¿Recomendaría un libro a los lectores?

CR: Me gustaría recomendar Everything Your Baby Would Ask: If Only He or She Could Talk (Todo lo que tu bebé preguntaría si pudiera hablar). Está descatalogado, pero hay ejemplares de segunda mano. La autora, Annette Karmiloff-Smith, fue la primera investigadora que se tomó realmente en serio el hecho de que los bebés aprenden y se desarrollan de forma constante. Si queremos tener alguna posibilidad de explicar el desarrollo del lenguaje infantil, tenemos que tener esto en cuenta: el conocimiento del mundo de un bebé cambia minuto a minuto a medida que aprende. Son pequeños milagros cotidianos.

JGR: ¿Le gustaría compartir un mensaje con los lectores?

CR: Mi consejo va a dirigirse a padres y madres. Hay mucha presión para ser padres perfectos. No os preocupéis demasiado por esto. Disfrutad de ser padre o madre, y disfrutad de vuestros hijos. El cerebro de los niños es tan flexible y adaptable que van a aprender siempre y cuando se les dé la oportunidad, van a desarrollarse y van a ser felices.

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